Hemos llegado a un punto en que el acceso a internet es tan universal, que se necesita poner un tope. El nuestro es un mundo digital, que ya no se entendería sin las conexiones inalámbricas a la web, y todo esto va a más. Cualquier persona necesita acceder a internet al menos una vez al día, tal y como tenemos configurada nuestra vida diaria. Y el problema es cuando no podemos controlar la necesidad de este acceso, que puede dejar de ser necesario a ser compulsivo.
A estas alturas del partido, todos conocemos los peligros de internet, y en los últimos tiempo se está centrando el foco de atención en nuestros jóvenes. A muy corta edad ya tienen en sus manos dispositivos con conexión, y realmente se está convirtiendo en un problema. Se habla de prohibir a nivel europeo que los chicos y chicas de hasta cierta edad no puedan tener acceso a dispositivos con acceso a internet más de un cierto número de horas, e incluso de imponer otras medidas restrictivas. Si esto saliera adelante, sería por la prevención de que nuestros hijos acabaran siendo adictos a la red, con todos los problemas que eso les acarrearía.
Todo esto sería pensando en los jóvenes, pero ¿y nuestros mayores? También ellos están expuestos a los peligros de la red, y puede que incluso más que sus hijos y nietos, pues estos ya nacieron en la era digital. Sin embargo, aquí entraríamos en el ámbito privado de personas adultas, a los que se privaría de su libertad para usar la tecnología a su libre conveniencia. Pero, ¿alguien ha pensado que el mismo porno que ven nuestros chicos, lo pueden ver también nuestros abuelos?
A ver si me explico: hace tiempo que nuestra tercera edad han dejado de ser un grupo de personas asexuales; en realidad nunca lo fue, aunque se consideraran así. Y en lo que se refiera al porno online, sienten el mismo interés que otros sectores de edad. Además, gracias a que existen categorías en estos tiempo como la de viejas follando, no podríamos decir que son unos degenerados y solo se fijan en chicas jóvenes. Para nada, pues las mujeres mayores han demostrado ser unas magníficas actrices de videos para adultos. Y es que desde la treintena hasta que llegan a ser mujeres octogenarias, o incluso de más de noventa, están dispuestas a ser grabadas teniendo sexo.
Claro que tampoco hay que ser alarmistas, no es que nuestros abuelos y abuelas se dediquen exclusivamente a ver porno en internet. Hacen otras búsquedas interesantes, como por ejemplo los beneficios del sexo en la tercera edad. ¿Y por qué no? Solo el pensamiento ya les hace bien, pues somos seres sexuales y no debemos permitir que la edad nos arrebate uno de los placeres de la vida, y que tanto nos beneficia. Pero además nuestros mayores son personas curiosas, siempre dispuestas a aprender cosas nuevas, y nunca en su juventud tuvieron una fuente de información tan buena como internet. Saber cómo seguir gozando de la sexualidad cuando ya se tiene la edad para ser jubilados y jubiladas es un acierto; y practicarlo, lo mejor que podemos hacer.
Ahora bien, ¿cómo proteger a nuestros mayores, a muchos de los cuales afecta la brecha digital, de todos los peligros de la red de redes? Porque aquí nos enfrentamos a lo que se podría denominar como censura, si es que no les damos accesos a ciertos temas. Nos encontramos ante una cuestión espinosa: por un lado, la libertad de hacer uso de un medio de comunicación como es internet; por el otro, el intentar que los peligros de navegar por la web no les pegue de pleno. Será necesario un análisis más profundo del tema para tomar las decisiones adecuadas.
